¿Existe un verdadero liderato en el movimiento conservador de Puerto Rico?

“Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad”. Proverbios 11:14 (LBLA)

 

El conservadurismo en Puerto Rico se encuentra en una encrucijada. Por un lado, hay un deseo creciente de defender valores tradicionales, la libertad religiosa y los principios de la derecha. Por otro lado, el movimiento se ha visto plagado por divisiones internas, luchas de ego y un desconocimiento alarmante de lo que realmente significa ser conservador.

Un Movimiento Sin Rumbo Claro

El llamado “pueblo conservador” en Puerto Rico ha crecido en influencia, pero carece de un liderazgo unificado. Existen demasiadas facciones que, en lugar de colaborar, se dedican a atacarse entre sí con “indirectas” y sabotajes políticos. Este fraccionamiento ha debilitado la causa y ha hecho que los verdaderos principios conservadores queden opacados por conflictos personales y disputas ideológicas mal enfocadas.

Uno de los mayores problemas es que muchos de los autodenominados “líderes” del movimiento conservador no tienen una comprensión clara de lo que significa ser de derecha. Se mezclan ideas de fe con política de una manera que en ocasiones se vuelve más una imposición religiosa que una defensa de los valores conservadores en el ámbito público. El resultado es un mensaje confuso que aleja a posibles seguidores y convierte al movimiento en un grupo de intereses divididos.

Religión y Conservadurismo: Aliados, pero no sin Separación

La fe cristiana ha sido históricamente una aliada del conservadurismo, pero no deben confundirse como una misma cosa. La Biblia nos enseña en Mateo 22:21: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”. Jesús mismo reconoció la separación entre la esfera política y la espiritual. Cuando los movimientos conservadores intentan imponer creencias religiosas en la legislación sin considerar la diversidad de pensamiento dentro del mismo sector de derecha, terminan alejando más de lo que acercan.

Esto se ve reflejado en la manera en que se manejan proyectos de ley como el Proyecto del Senado 1, el cual busca proteger la libertad de conciencia y de expresión en un ámbito religioso. En teoría, todos los conservadores deberían apoyar este tipo de legislación, pero irónicamente, hay quienes han intentado sabotearlo simplemente porque no se ajusta exactamente a su visión particular del conservadurismo. Es una muestra clara de que la falta de unidad y el deseo de protagonismo han nublado el juicio de muchos dentro del movimiento.

El Fraccionamiento: Una Amenaza Interna

El mayor enemigo del conservadurismo en Puerto Rico no es la izquierda progresista ni los grupos que promueven ideologías contrarias, sino los mismos “líderes” conservadores que no logran trabajar juntos. La Biblia advierte sobre este problema en Marcos 3:25: “Y si una casa está dividida contra sí misma, tal casa no puede permanecer”. El conservadurismo en Puerto Rico está dividido en múltiples bandos, cada uno peleando por tener el control del discurso y descalificando a los demás en lugar de buscar puntos en común.

Un ejemplo de esto es la forma en que muchos “expertos en conservadurismo” han usado las redes sociales y medios digitales para atacarse entre sí, en lugar de promover un mensaje claro y cohesivo. Esta lucha interna ha llevado a que el movimiento pierda credibilidad y que la gente lo vea más como un grupo de egos en conflicto que como una fuerza política seria con una visión clara para Puerto Rico.

El Verdadero Conservadurismo: Orden, Libertad y Principios Claros

Para que el movimiento conservador de Puerto Rico tenga éxito, es fundamental que se base en principios sólidos y no en el protagonismo de ciertas figuras. El conservadurismo no se trata solo de religión, sino de valores como la defensa de la familia, la libertad económica, el derecho a la vida, el respeto por la ley y el orden, y la protección de las libertades individuales. Como dice Proverbios 11:14: “Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad”.

Un verdadero movimiento conservador debe ser inclusivo dentro de su propia diversidad. No todos los conservadores tienen la misma fe, pero pueden compartir valores fundamentales. No todos tienen la misma visión de cómo debe gobernarse un país, pero pueden estar de acuerdo en la necesidad de defender la libertad individual y rechazar políticas socialistas.

¿Hacia Dónde Vamos?

El futuro del conservadurismo en Puerto Rico depende de la capacidad de sus líderes para unirse en torno a principios comunes en lugar de enfocarse en diferencias superficiales. Necesitamos voces con autoridad moral y política que sepan educar a la ciudadanía sobre lo que significa realmente ser conservador y no simplemente repetir discursos vacíos o polarizantes.

Es momento de que el pueblo conservador puertorriqueño exija liderazgo real, basado en conocimiento, principios y acción, y no en retórica incendiaria y guerras internas. Como bien dice 1 Corintios 1:10: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer”.

Si no se logra unificar el mensaje y estructurar el movimiento conservador con bases firmes, Puerto Rico corre el riesgo de perder cualquier oportunidad de consolidar un verdadero frente de derecha que pueda hacer frente a los desafíos actuales y futuros.

La pregunta sigue en el aire: ¿habrá realmente liderato en el conservadurismo puertorriqueño, o seguirá siendo un barco sin capitán, a merced de los vientos de la discordia interna? La respuesta dependerá de quienes decidan dar un paso al frente con integridad y visión.

Y recuerden, la Palabra de Dios no solo es buena para publicarla cuando nos conviene, es sumamente importante ponerla en práctica, aunque nos duela. Los intereses del Reino van primero.  ¿Se acuerdan de Pablo?

 

“Un conservadurismo dividido es un conservadurismo debilitado. Es hora de liderazgo real, no de guerras internas.” – Daniel Marte, PhD.