El llamado es claro: seamos honestos en nuestras credenciales y vivamos con la verdad, pues solo así lograremos el verdadero respeto y la confianza de quienes nos rodean. – Prof. Daniel Marte, PhD.
Vivimos en tiempos en los que cualquiera puede decir cualquier cosa y, gracias a la velocidad de la información en internet y las redes sociales, esas afirmaciones pueden esparcirse rápidamente sin ser cuestionadas. Un problema recurrente, especialmente en la política y en ciertos sectores religiosos, es la autoproclamación de títulos académicos sin base real. Hoy, nos enfocamos en aquellos que se llaman a sí mismos “profesores” sin haber pasado por el debido proceso de formación y certificación que dicho título requiere.
¿Qué significa realmente ser profesor universitario?
Para entender por qué la falsa representación de este título es un problema, primero hay que conocer lo que implica ser profesor en una universidad en los Estados Unidos y Puerto Rico. Ser un profesor universitario no es algo que cualquiera pueda reclamar sin más, sino que requiere de educación formal, experiencia y, en muchos casos, certificaciones específicas.
Requisitos en los Estados Unidos y Puerto Rico
- Educación formal: Para enseñar en una universidad, normalmente se requiere como mínimo una maestría, aunque en la mayoría de los casos se exige un doctorado en el área correspondiente. Los profesores universitarios han pasado años en estudios avanzados y han desarrollado un nivel de expertise en su campo de enseñanza.
- Investigación y publicaciones: A diferencia de los docentes de escuelas públicas, muchos profesores universitarios también tienen la responsabilidad de llevar a cabo investigaciones académicas y publicar en revistas especializadas. La producción de conocimiento es parte esencial de la vida académica en la universidad.
- Experiencia docente: La mayoría de las universidades requieren que los profesores tengan experiencia previa en la enseñanza universitaria, ya sea como asistentes de cátedra durante su doctorado o a través de posiciones temporales antes de ser considerados para un puesto de planta.
- Titulación y verificación: Las universidades suelen realizar procesos de verificación de credenciales para asegurarse de que sus docentes han obtenido los títulos que dicen poseer. En algunos casos, también se requiere que los profesores pasen por evaluaciones periódicas de desempeño y calidad docente.
- Diferencia entre un instructor y un profesor universitario: Es importante destacar que impartir un curso a nivel técnico o en un centro de formación profesional no otorga automáticamente el título de profesor universitario. Aunque estas posiciones son valiosas y cumplen un rol esencial en la educación, no requieren los mismos niveles de estudios avanzados, producción académica o certificaciones que un puesto de profesor universitario en una institución de educación superior acreditada.
Por lo tanto, cuando alguien se autoproclama “profesor universitario” o implicar con el título de “profesor” sin haber pasado por este proceso, está faltando a la verdad y minimizando los esfuerzos que los verdaderos académicos han realizado.
¿Por qué algunos se autoproclaman profesores universitarios?
Las razones pueden variar, pero en muchos casos se debe a un intento de aumentar su credibilidad. En el mundo político y religioso, un título de profesor universitario puede hacer que una persona parezca más culta, más preparada y, por lo tanto, más digna de confianza. En algunos casos, aquellos que fingen ser profesores universitarios lo hacen para validar sus discursos y posturas, sin importar si tienen la formación académica para respaldarlas.
El problema es que este tipo de engaño no solo afecta a la persona que lo proclama, sino también a la comunidad en general. La confianza en los verdaderos académicos se debilita cuando cualquiera puede apropiarse de sus títulos sin haber hecho el trabajo necesario.
¿Cómo afecta esto a la comunidad de fe?
Algunas de las personas que caen en esta falsa representación son miembros de congregaciones cristianas. La iglesia debe ser un faro de verdad y honestidad, y cuando sus miembros participan en engaños de este tipo, su testimonio se ve dañado. Además, el pueblo de Dios debe tener mucho cuidado con los líderes que intentan construir autoridad con falsedades.
La Biblia nos advierte sobre la mentira y el engaño:
- Proverbios 12:22: “Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento.”
- Colosenses 3:9: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos.”
- Mateo 23:12: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
Autoproclamarse algo que no se es, además de ser un engaño, puede traer consecuencias. En muchas ocasiones, estas mentiras salen a la luz, dejando en evidencia a quienes las dicen. Y cuando una persona es descubierta en una falsedad, su credibilidad queda destruida, sin importar cuán noble haya sido su intención inicial.
La importancia de la humildad y la integridad
El deseo de reconocimiento y prestigio es comprensible, pero hay caminos correctos para lograrlo. En lugar de reclamar un título que no se posee, una persona debe esforzarse por adquirir el conocimiento y la experiencia necesarios para merecerlo. Además, la verdadera grandeza no proviene de los títulos, sino del impacto genuino que una persona tiene en su comunidad.
Como cristianos, estamos llamados a vivir con integridad. La verdad y la honestidad deben ser principios fundamentales de nuestra vida. Si alguien desea enseñar en una universidad, debe hacerlo con preparación y dedicación, sin recurrir a falsas proclamaciones para ganar credibilidad.
¿A que conclusión podemos llegar?
Autoproclamarse profesor universitario sin haber cumplido con los requisitos académicos y legales necesarios es una falta de respeto a aquellos que han dedicado años de estudio y esfuerzo para obtener ese título. Además, lejos de beneficiar a la persona que lo hace, puede terminar perjudicándola al ser descubierta en su engaño.
En la política, en la religión y en cualquier ámbito, la credibilidad se construye con la verdad, no con falsedades. Si queremos ser verdaderos líderes y ejemplos para otros, debemos actuar con honestidad y trabajar para merecer el respeto que buscamos. Como dice Proverbios 10:9: “El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será descubierto.”
El llamado es claro: seamos honestos en nuestras credenciales y vivamos con la verdad, pues solo así lograremos el verdadero respeto y la confianza de quienes nos rodean.

