Los Pastores y las Congregaciones en la Política: ¿Qué Pasa Después de las Elecciones?
Es un hecho que la política despierta pasiones. Cada cuatro años, las calles, redes sociales y conversaciones en la mesa se llenan de discusiones, debates y a veces hasta peleas por temas relacionados a las elecciones. En muchos casos, incluso en las iglesias, se respira esa tensión política. En lugar de ser un lugar de paz y reflexión
espiritual, algunos templos se convierten en espacios donde se nota la polarización. Pastores y miembros de congregaciones, que en teoría deberían estar enfocados en el mensaje de unidad y amor al prójimo, a veces caen en el mismo juego político que el resto de la sociedad.
Durante las elecciones, es común ver a pastores (sacerdotes en menos grado) hablando abiertamente sobre sus preferencias políticas. Algunos lo hacen de manera sutil, dejando claro cuál es el partido o candidato que consideran más afín a los valores cristianos (que de ser así no está nada de mal). Otros, en cambio, son mucho más directos, usando algunas veces hasta el púlpito para abogar por ciertos candidatos o atacar a otros. El problema no está en tener una opinión; todos tenemos derecho a pensar diferente. El asunto es lo que ocurre cuando esa opinión pasa a ser una fuente de división dentro de la iglesia o de la falta de carácter cristiano reflejado hacia otros hermanos en la fe.
Entonces, nos preguntamos: ¿Qué pasará cuando termine el proceso electoral? ¿Qué pasa si el candidato que tanto defendieron pierde? O peor aún, ¿qué sucede con aquellos miembros de la congregación que han sido ofendidos o rechazados por pensar diferente?
El Peligro de Mezclar Política y Fe
Uno de los grandes problemas de mezclar política (esa política bajuna, callejera) con religión, es que, al final del día, los políticos vienen y van, pero las relaciones que se dañan en el proceso pueden no recuperarse. ¿Cuántas amistades hemos visto que se rompen por diferencias políticas? ¿Cuántas veces hemos escuchado de hermanos en la fe que dejan de hablarse porque uno es de un partido y el otro es de otro? La política, que es algo temporal, puede terminar dejando cicatrices profundas y duraderas en nuestras relaciones personales y en nuestras comunidades de fe.
Es importante recordar que el papel de la iglesia no es promover partidos y/o agendas políticas, sino ser un lugar de reconciliación, amor y donde se predica la salvación que solo Cristo puede ofrecer. Los pastores, especialmente, tienen una gran responsabilidad de cuidar su rebaño, no dividirlo. Cuando un líder religioso toma partido de manera muy marcada, corre el riesgo de alienar a aquellos miembros de la congregación que piensan diferente. Peor aún, puede hacer que algunos sientan que no son bienvenidos en su propia iglesia.
¿Qué Hacer Después de las Elecciones?
Entonces, llega la pregunta clave: ¿qué pasa después de las elecciones? Si el candidato que apoyaste pierde, ¿vas a seguir defendiendo tus ideales políticos con la misma pasión o vas a empezar a buscar la manera de sanar las heridas que se pudieron haber abierto en el proceso? Si tu candidato gana, ¿vas a mostrar gracia hacia aquellos que no estuvieron de acuerdo contigo o te vas a burlar de su derrota? Y no quiero tocar el tema de aquellos que dijeron…”Dios me dijo”
La respuesta, aunque no es fácil, debería ser clara para cualquier cristiano: debemos buscar la reconciliación. La política no puede estar por encima del mandamiento de amar a nuestro prójimo. Eso incluye a aquellos que votaron diferente a ti. En lugar de seguir fomentando la división, es el momento de reconstruir los puentes que se pudieron haber roto durante el calor de la contienda.
Para los pastores, esto significa hacer un esfuerzo consciente de volver al centro del mensaje cristiano: el amor, la unidad, el perdón, o sea CRISTO. No importa cuál sea el resultado de las elecciones, la iglesia debe ser un lugar donde todos, sin importar su afiliación política, se sientan bienvenidos.
¿Y Si Mi Candidato Pierde?
Este es otro gran desafío. Cuando el candidato que apoyaste pierde, es fácil caer en la desesperanza o el enojo. Es natural sentirse decepcionado cuando las cosas no salen como esperabas. Pero hay que recordar que nuestra esperanza no debe estar puesta en los políticos ni en los gobiernos de turno. Para los cristianos, la fe debe estar en algo más grande: en Dios y en su plan, que va más allá de cualquier elección o partido político.
Es aquí donde entra en juego la madurez espiritual. No se trata de ignorar la política o de restarle importancia. Al contrario, debemos ser ciudadanos responsables y participar en los procesos democráticos. Pero también debemos ser lo suficientemente maduros como para no permitir que una elección, ganada o perdida, defina nuestra actitud hacia los demás.
Si tu candidato pierde, tómalo como una oportunidad para mostrar tu carácter. Puedes estar en desacuerdo con las políticas del nuevo gobierno, pero sigue buscando el bien común o acaso nos olvidamos lo escrito por el apóstol Pablo, las instrucciones del apóstol Pedro. La Biblia nos llama a orar por nuestros líderes, incluso cuando no estamos de acuerdo con ellos. En lugar de criticar o atacar, busca formas constructivas de involucrarte y ayudar a tu comunidad, a tu iglesia sin importar quién esté en el poder.
El Futuro de las Congregaciones
Finalmente, el reto para las congregaciones y los pastores será cómo navegar esta nueva realidad después de las elecciones. Es un buen momento para reflexionar sobre el papel de la iglesia en la sociedad y cómo puede ser un agente de paz en tiempos de polarización. Y más aún, el testimonia que estamos dando hacia los de “afuera”.
Las elecciones pasarán, los políticos cambiarán, pero la iglesia y sus miembros permanecerán. Y lo que realmente importa no es quién está en el poder, sino cómo tratamos a nuestros hermanos y hermanas, especialmente aquellos que no piensan igual que nosotros. Pensemos en nuestro testimonio y el Cristo resucitado que tenemos que seguir predicando con nuestro testimonio…¿qué testimonio estás dejando luego de la contienda electoral?
Al final del día, la pregunta no es solo qué pasará si tu candidato pierde, sino qué estás dispuesto a hacer para que la paz y la unidad prevalezcan en tu iglesia y comunidad, independientemente del resultado electoral.
Este escrito ofrece una mirada a la tensión que puede generar la política en las congregaciones y cómo los líderes y miembros pueden actuar para promover la reconciliación, independientemente de los resultados electorales. Ante tanta discordia que se ve en estos días todavía estamos a tiempo de recapacitar. Paz.
Daniel Marte, PhD.

