“Papá, habla más alto, que tus acciones no me dejan escuchar”
Hoy circula un escrito titulado “¿Traición, Ego y el Fracaso Anunciado?” que intenta presentar a Proyecto Dignidad (PD) como una víctima de ataques externos. Pero la realidad es mucho más compleja y no se puede entender si no miramos con honestidad lo que ha ocurrido dentro del mismo partido. Lo que sigue es una respuesta que pretende aclarar y ampliar el panorama, con hechos y contexto, para que el lector no se quede con una versión sesgada.
La traición comenzó en casa Aunque el escrito denuncia un supuesto intento de destruir a PD desde afuera, la verdad es que las fracturas más serias vinieron desde adentro. Desde el silencio del liderato ante denuncias y documentos legales que comprometían la integridad del fundador, César Vázquez, hasta la complicidad de muchos candidatos y miembros administrativos que, teniendo acceso a la información, optaron por callar. Ese silencio fue cómplice, y ese encubrimiento no fue obra de enemigos externos, sino de los propios que se autodenominaban defensores de los valores.
Un crecimiento rápido, pero superficial Sí, PD tuvo un auge inicial que lo llevó a obtener dos escaños legislativos. Pero ese impulso se desinfló rápido. La falta de estructura, de liderazgos institucionales, y la dependencia excesiva en figuras mediáticas crearon un partido que creció sin raíces. Y en vez de consolidarse, se fracturó desde adentro. La senadora Joan Rodríguez Veve, por ejemplo, comenzó a acumular poder y popularidad, y en lugar de fortalecer la colectividad, eso generó divisiones en la base.
Reglamentos amañados y decisiones arbitrarias Uno de los momentos más reveladores de la crisis interna fue cuando una candidata fundadora fue desplazada
por un candidato externo, conocido como un “paracaídas”. Esto no fue producto de una competencia justa, sino de una manipulación del reglamento interno. Las primarias no fueron equitativas, y cuando se consideró acudir a los tribunales, la fundadora optó por el bienestar colectivo antes que su interés personal. Eso fue un acto de madurez, pero también una señal clara de que el sistema interno estaba viciado.
Chats, silencios y doble discurso Existen evidencias no divulgadas en forma de chats y comunicaciones internas que demuestran la forma en que se ha dirigido el partido. Quienes han tenido acceso a esos mensajes han decidido no publicarlos por principios, pero contienen pruebas de manipulaciones, decisiones tomadas a espaldas de la base, y un estilo de liderato que contradice los principios conservadores que dicen representar. No fue por falta de propuestas educativas que PD falló en formar ideológicamente a sus miembros, fue por una decisión deliberada de cerrar espacios.
Javier Jiménez: administración sólida, pero no exento de crítica Mucho se ha exaltado la figura del exalcalde Javier Jiménez, destacando su superávit y manejo fiscal en San Sebastián. Si bien es cierto que logró reducir la deuda municipal, los informes del Contralor revelan hallazgos y otras deficiencias administrativas (aunque no directamente contra él). Lo importante aquí es entender que su llegada a PD no resolvió los problemas internos, y su figura ha sido utilizada más como estandarte que como parte de una estrategia real de transformación.
Elizabeth Torres y el problema no dicho Aunque Elizabeth Torres ha sido una figura controvertida y polarizante, el escrito la presenta como la villana de la historia. Pero la verdad es que su crítica a PD toca puntos reales: exclusivismo, elitismo, falta de apertura y una falsa sensación de superioridad moral. PD ha actuado como si fuera el único portador del conservadurismo en la isla, sin considerar la diversidad del pensamiento dentro de ese mismo espectro. Además, se ha dejado influenciar por ideólogos extranjeros que no entienden el contexto puertorriqueño ni su relación con los Estados Unidos.
Fe, manipulación y el uso político del Evangelio Uno de los errores más graves de PD ha sido el uso político del discurso cristiano. Se utilizó la Biblia como arma electoral, se condenó a quienes no votaban “con valores”, y se presentaron candidaturas como si fueran mandatos divinos. Se levantaron “profetas” que declaraban victorias con lenguaje pseudoespiritual, confundiendo fe con politiquería. Esto no solo ha herido la credibilidad del partido, sino que ha dañado profundamente la imagen de la iglesia ante el país.
El discurso de unidad como cortina de humo Decir que todos deberían unirse a PD si de verdad quieren un Puerto Rico conservador es ignorar la historia
reciente del partido. La unidad no puede forzarse donde hay abuso, exclusión y falta de autocrítica. Muchos que fueron parte de la fundación y vieron los errores desde adentro no fueron escuchados, fueron silenciados.
PD se ha destruido solo Lo que hoy vemos no es el resultado de una “chiquillada” de los enemigos. Es la consecuencia directa de una mala administración interna, de liderazgos sin visión colectiva, de decisiones tomadas desde el ego y no desde el servicio. PD tuvo una oportunidad de oro, y la desperdició por querer controlar más que construir. Por querer predicar dignidad sin vivirla.
Conclusión: El pueblo está más claro que nunca El pueblo puertorriqueño no se deja engañar tan fácil. Las cortinas de humo no duran mucho. Y aunque PD tuvo un momento prometedor, hoy enfrenta una crisis que no se resuelve con comunicados bonitos ni con teorías conspirativas. Se resuelve con transparencia, con humildad, y con acción real.
Porque como bien dice la frase: “Papá, habla más alto, que tus acciones no me dejan escuchar”. La dignidad no se predica… se vive.

