Más allá del sistema: Crítica teológica y hermenéutica a la Teología de la Liberación

“Nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1 Corintios 1:23)

 

Resumen: La Teología de la Liberación ha sido aclamada por muchos como una voz profética en defensa de los pobres y oprimidos. Sin embargo, esta corriente teológica presenta desviaciones sustanciales respecto al mensaje central del Evangelio: la redención del ser humano mediante la obra de Cristo en la cruz. Este artículo sostiene que la Teología de la Liberación, al adoptar marcos ideológicos marxistas y promover una hermenéutica centrada en la lucha de clases, distorsiona la Escritura y sustituye la regeneración espiritual por una transformación estructural externa. Se ofrece un análisis crítico desde la exégesis bíblica, la teología histórica y la doctrina cristiana ortodoxa.

Introducción: El Evangelio frente a la ideología

La fe cristiana, desde sus orígenes, ha proclamado un mensaje de transformación radical: el ser humano, caído por el pecado, puede ser reconciliado con Dios por medio de Jesucristo (Romanos 5:1-11). La Teología de la Liberación, sin embargo, propone un cambio de enfoque: de la salvación espiritual a la liberación socioeconómica. Lo que a primera vista parece una preocupación por la justicia social, en la práctica se convierte en una reinterpretación del cristianismo desde una epistemología marxista.

Este trabajo pretende examinar críticamente dicha corriente, mostrando sus inconsistencias doctrinales, su manipulación hermenéutica y su reduccionismo soteriológico. Al final, se argumenta que la verdadera justicia social no se logra con revoluciones ideológicas, sino mediante corazones regenerados por el poder del Evangelio.

Contexto histórico e ideológico de la Teología de la Liberación

Nacida en el seno del catolicismo latinoamericano tras el Concilio Vaticano II (1962-1965) y especialmente la Conferencia de Medellín (1968), la Teología de la Liberación responde a la pobreza y la opresión sistemática en la región. Gustavo Gutiérrez, considerado su padre fundador, publica en 1971 Teología de la liberación, texto donde afirma que “la liberación es antes que nada liberación de las condiciones injustas de vida”.

Sin embargo, el análisis de Gutiérrez y otros proponentes se apoya abiertamente en las categorías de Karl Marx: opresor/oprimido, estructura/injusticia, revolución/liberación. Como advirtió Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) en su Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación (1984), este enfoque corre el riesgo de sustituir la esperanza escatológica por un mesianismo político.

La pregunta es entonces: ¿puede una teología que bebe de una ideología materialista y atea ser fiel al mensaje revelado de Dios?

 El corazón del Evangelio: redención del hombre, no rediseño del sistema

El Evangelio no comienza con estructuras sociales, sino con corazones pecadores. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia presenta al hombre como el principal problema del mundo, no el sistema que él construye. Romanos 3:23 declara: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. La solución, entonces, no es un nuevo sistema económico o un Estado más justo, sino una nueva criatura (2 Corintios 5:17).

Cuando la Teología de la Liberación transforma la misión de la Iglesia en acción política, sustituye la cruz por la protesta, la santidad por el activismo. Esto no solo es un error doctrinal, sino una traición al mandato de predicar a Cristo crucificado (1 Corintios 1:23).

Jesús: Salvador, no revolucionario

Uno de los puntos centrales de la Teología de la Liberación es la reinterpretación de la persona y obra de Cristo. Se presenta a Jesús como un líder subversivo, que desafió las estructuras de poder y fue ejecutado por oponerse al imperialismo romano. Pero esto es una lectura ideológica, no bíblica.

Jesús mismo afirmó: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36). Nunca convocó a una insurrección política ni a una revuelta económica. Su confrontación fue espiritual: con el pecado, la hipocresía religiosa y el orgullo humano. Su muerte en la cruz no fue un gesto de resistencia, sino un sacrificio vicario para redimir a los pecadores (Isaías 53:4-6).

El uso selectivo de las Escrituras: una hermenéutica ideologizada

La Teología de la Liberación suele citar textos como Lucas 4:18 (“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres”) para sostener que la misión de Cristo es exclusivamente social. Sin embargo, ignoran el contexto más amplio: estas “buenas nuevas” no son una agenda política, sino el anuncio de salvación.

Además, relegan pasajes fundamentales que afirman la necesidad de fe, arrepentimiento y regeneración (Juan 3:3; Efesios 2:1-10; Tito 3:5). Su selección bíblica no obedece a una exégesis seria, sino a una eisegesis que impone al texto una agenda ajena a su propósito.

¿Y qué de los pobres? La justicia desde el Reino de Dios

Negar que la Biblia llama a cuidar al pobre, al extranjero y al oprimido (Deuteronomio 10:18; Isaías 1:17; Santiago 1:27) sería una negación del corazón de Dios. Sin embargo, la ayuda al necesitado es fruto de una fe viva, no el medio de la salvación ni el centro del mensaje.

Jesús ayudó a muchos, pero siempre subordinó el milagro a la verdad del Reino. Sanó a ciegos, pero más importante: perdonó pecados (Marcos 2:5-12). Alimentó a multitudes, pero les recordó que debían buscar “el pan de vida” (Juan 6:26-35). El error de la Teología de la Liberación es hacer de la justicia social el evangelio, cuando en realidad es solo una de sus consecuencias.

Sobre los sistemas humanos: pecado, no estructura, es la raíz

El sistema capitalista, con todas sus fallas, ha generado sociedades donde la libertad religiosa, la propiedad privada y el desarrollo económico han sido posibles. En contraste, los sistemas socialistas inspirados en Marx, Cuba, Venezuela, Nicaragua, han traído represión, persecución religiosa y hambre.

El problema no es solo el “sistema”. El verdadero problema es el corazón del hombre. Por eso, Proverbios 4:23 advierte: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. Ningún sistema político puede redimir al hombre. Solo Cristo puede.

Conclusión: La cruz, no la clase, es el centro del Evangelio

La Teología de la Liberación falla porque comienza con el hombre y termina con el hombre. Su antropocentrismo la aleja de la revelación de Dios. En lugar de proclamar que Cristo murió por nuestros pecados, proclama que el pobre es el nuevo redentor, y que la justicia estructural es el nuevo cielo.

Pero el cristianismo auténtico sigue proclamando con Pablo: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1 Corintios 1:23). No predicamos estructuras. No predicamos ideologías. Predicamos redención.

Referencias

  • Gutiérrez, G. (1971). Teología de la liberación. Lima: CEP.
  • Sobrino, J. (1991). Cristología desde América Latina. Madrid: Trotta.
  • Ratzinger, J. (1984). Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación. Congregación para la Doctrina de la Fe.
  • Wright, C. J. H. (2006). The Mission of God: Unlocking the Bible’s Grand Narrative. IVP Academic.
  • Piper, J. (2003). Let the Nations Be Glad. Baker Academic.
  • Stott, J. (1984). La cruz de Cristo. Editorial Certeza.
  • Biblia Reina-Valera 1960.