Introducción
En el contexto actual, la cuestión de la migración y la legalidad de la condición migratoria de muchas personas, incluidos cristianos, plantea interrogantes éticos y espirituales significativos. ¿Deben los creyentes cumplir estrictamente con las leyes migratorias, incluso cuando estas pueden parecer injustas o inhumanas? ¿Cuál debería ser la postura del liderazgo cristiano frente a esta realidad? Este tema no solo afecta a quienes enfrentan directamente la incertidumbre legal, sino también a las comunidades de fe que buscan responder con integridad bíblica y compasión. La Palabra de Dios nos ofrece principios claros sobre la relación entre el creyente y la autoridad, así como el llamado a amar y servir al prójimo, incluidos los extranjeros y forasteros (Levítico 19:34; Deuteronomio 10:18-19).
- El Fundamento Bíblico de la Obediencia a la Autoridad
Romanos 13:1-7 establece que toda autoridad proviene de Dios y cumple un propósito divino: mantener el orden, castigar la injusticia y promover la justicia en la sociedad (Génesis 9:6; 1 Corintios 14:33; Proverbios 8:15-16). Nuestra obediencia debe abarcar todas las áreas de la vida cívica: pagar impuestos, cumplir con los reglamentos y leyes, y mostrar respeto hacia quienes ocupan cargos de autoridad (Daniel 2:21).
Es importante destacar que Pablo escribió estas palabras bajo el gobierno del Imperio Romano, durante el reinado del emperador Nerón, conocido por su crueldad y persecución contra los cristianos. A pesar de las condiciones adversas, Pablo instó a los creyentes a someterse a las autoridades, reconociendo que la soberanía de Dios está por encima de las circunstancias humanas.
- El Límite de la Obediencia: Cuando la Ley Humana Contradice la Ley de Dios
Surge una pregunta crucial: “¿Existe algún caso en el que un cristiano deba desobedecer la ley de manera intencional?” La respuesta la encontramos en Hechos 5:27-29, donde Pedro y los apóstoles declaran: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. Este principio establece un límite claro: mientras las leyes humanas no contradigan la ley de Dios, los creyentes deben obedecerlas. No obstante, si una ley humana obliga a desobedecer a Dios, el cristiano está llamado a priorizar la obediencia a Dios por encima de cualquier autoridad terrenal (Daniel 3:16-18; Daniel 6:10-13).
Aun en casos de desobediencia civil por causa de la fe, los creyentes deben aceptar las consecuencias de sus acciones con humildad y sin rebelarse contra la autoridad. Pedro y Juan, después de haber sido azotados por predicar el Evangelio, no protestaron ni buscaron venganza, sino que se regocijaron por haber sido considerados dignos de sufrir por el nombre de Cristo (Hechos 5:40-42).
- Consejos para Quienes Deben Arreglar su Estatus Migratorio
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- Buscar Asesoría Legal Confiable: Es fundamental que las personas en situación migratoria irregular busquen orientación de abogados especializados en leyes migratorias (Proverbios 15:22).
- Oración y Confianza en Dios: La oración constante y la búsqueda de la dirección de Dios fortalecen la fe y brindan paz en medio de la incertidumbre (Filipenses 4:6-7).
- Cumplir con las Leyes Vigentes: Es importante obedecer las leyes locales mientras se trabaja en la regularización del estatus migratorio, mostrando un testimonio de integridad (Tito 3:1).
- Participación Activa en la Comunidad de Fe: Mantenerse conectado con la comunidad cristiana ofrece apoyo emocional y espiritual en momentos difíciles (Hebreos 10:24-25).
- Consejos para los Líderes Cristianos
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- Ofrecer Apoyo Pastoral y Emocional: Los líderes deben estar disponibles para brindar acompañamiento espiritual a quienes enfrentan desafíos migratorios (Gálatas 6:2).
- Promover la Educación Legal: Fomentar talleres con expertos en leyes migratorias puede equipar a la comunidad para enfrentar estos desafíos de manera efectiva (Oseas 4:6).
- Abogar por la Justicia y la Misericordia: Los líderes cristianos están llamados a ser voces proféticas en la sociedad, promoviendo la justicia y defendiendo la dignidad de los inmigrantes (Miqueas 6:8; Mateo 25:35).
Para finalizar, la Biblia nos llama a ser ciudadanos ejemplares, respetuosos de las leyes y autoridades, reconociendo que al hacerlo honramos a Dios. Pero cuando las leyes humanas entran en conflicto con la ley divina, nuestra lealtad suprema pertenece a Dios, aceptando con valor y dignidad cualquier consecuencia que ello implique (Filipenses 1:29; Mateo 5:10-12).

