Hablar de política en Puerto Rico es meterse en aguas profundas. Hay debates apasionados, teorías de conspiración, y más de un argumento en la esquina de la barra o en las reuniones familiares. Pero la pregunta que realmente hace fruncir el ceño es: ¿son de confiar los comicios electorales en la isla? Muchos boricuas, tanto jóvenes como viejos, sienten una desconfianza latente hacia las elecciones. Aquí vamos a desmenuzar esta desconfianza y ver si tiene patas para sostenerse.
La historia de los tropiezos electorales
Primero, hagamos un viaje rápido por la historia. Puerto Rico ha tenido sus escándalos y situaciones que han sembrado la duda en la mente de la gente. Desde errores administrativos hasta rumores de fraude, las elecciones en la isla no han sido exactamente un ejemplo de perfección. Basta recordar las elecciones del 2020, cuando el escrutinio se convirtió en un espectáculo caótico, con papeletas perdidas y retrasos que pusieron a todos los ciudadanos en ascuas. Fue un espectáculo que dejó mal sabor de boca y un mar de preguntas: ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI, con toda la tecnología disponible, todavía pasen estas cosas?
¿Por qué se desconfía tanto?
La desconfianza en el sistema electoral no es solo producto de errores pasados, sino de la percepción de que no hay transparencia suficiente. No faltan las historias de personas que juran haber visto irregularidades: urnas que aparecen de la nada, votos que no se cuentan, y listas de votantes que parecen sacadas de un sombrero de mago. Estos cuentos de la calle corren rápido y calan hondo.
Además, los partidos políticos en Puerto Rico no ayudan mucho a disipar las dudas. Cada vez que un partido no gana, sus simpatizantes levantan la voz para acusar al otro de haber hecho alguna trampa. Es como si la honestidad solo existiera mientras estén ganando. Este ambiente de “tira y jala” entre bandos termina por dañar la confianza general en el proceso.
La tecnología: ¿amiga o enemiga?
Ahora bien, uno podría pensar que la tecnología ha venido a salvarnos de estas penurias. Pero no tan rápido. La implementación de sistemas de conteo electrónico y registros automatizados en Puerto Rico no ha sido del todo fluida. En teoría, la tecnología debería hacer que el proceso sea más transparente y eficiente, pero en la práctica, ha habido más de un tropiezo. Problemas técnicos, mal manejo de los equipos y una falta de personal bien capacitado para operarlos han dejado más de una ceja levantada.
El papel de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE)
No se puede hablar de elecciones sin mencionar a la Comisión Estatal de Elecciones (CEE). Esta entidad ha recibido críticas de todos los colores por su falta de agilidad y por la aparente falta de preparación en procesos clave. Por ejemplo, en los comicios de 2020, la CEE enfrentó dificultades para manejar el voto por correo, lo cual se convirtió en un punto caliente de crítica y escepticismo.
Sin embargo, la CEE ha hecho esfuerzos por mejorar su imagen y ganar la confianza del público. Ha implementado reformas y promete más transparencia y eficacia, pero para muchos, estas promesas todavía no son suficientes. En un ambiente donde la percepción es casi tan poderosa como la realidad, cambiar la narrativa se vuelve un desafío titánico.
Opinión pública y el poder de las redes sociales
Hoy en día, cualquier cosa que pasa en las elecciones se convierte en tendencia en redes sociales en cuestión de minutos. Y como sabemos, lo que corre en Twitter o Facebook tiende a polarizar la opinión pública. Un rumor sobre irregularidades en un colegio electoral en un barrio recóndito se propaga como pólvora y, antes de que te des cuenta, ya todos están discutiendo sobre un supuesto fraude que ni siquiera ha sido verificado. Las redes, sin filtros ni controles, alimentan la desconfianza y la convierten en una bola de nieve.
¿Entonces, en quién confiar?
La respuesta corta es que confiar o no en los comicios electorales es una decisión personal que depende de cuán pesimista u optimista seas. Hay quienes defienden el sistema y dicen que, aunque no es perfecto, es lo mejor que tenemos. Otros piensan que todo el sistema está tan viciado que no hay esperanza de mejora sin una reforma radical.
Lo cierto es que, si bien las instituciones han cometido errores, la participación ciudadana sigue siendo un pilar fundamental. A fin de cuentas, cada voto cuenta, y si la gente se retira del proceso por desconfianza, el cambio que tanto se espera se queda en pausa.
En fin, cuestionar la integridad de los comicios en Puerto Rico es sabio y válido, pero no basta con quejarse. Hay que exigir transparencia, participación y mejoras concretas. Solo así, poco a poco, se puede restaurar la confianza y devolverles a las elecciones la credibilidad que tanto necesitan. Porque, al final del día, el futuro de la isla depende de todos nosotros.
Daniel es un destacado académico con una sólida formación en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Obtuvo su doctorado (Ph.D.) de la Universidad de Georgetown en Washington, D.C., y cuenta con dos maestrías en Administración Pública (M.P.A.) y Administración de Empresas (M.B.A.) de la misma institución. Además, posee una Maestría en Artes en Sistemas de Información (M.I.S.) y un Bachillerato en Administración (B.B.A.) de la Universidad de Maryland, College Park.
A lo largo de su trayectoria, Daniel ha complementado su formación académica con certificados ministeriales de reconocidas instituciones, como las Asambleas de Dios, Berean School of the Bible y Global University. Actualmente, es profesor en línea de cursos especializados en Ciencias Políticas, Política Internacional y Política en el Medio Oriente en la McCourt School of Public Policy de Georgetown University y el Departamento de Política de NYU-Wilf Family.
El compromiso de Daniel con la enseñanza va de la mano con su dedicación a la investigación y la escritura. Es autor de un libro basado en su tesis doctoral, el cual se utiliza como texto de referencia en destacadas universidades de los Estados Unidos, incluyendo la National Defense University, National War College, Army War College, American University y la Ford School of Public Policy de la Universidad de Michigan, Ann Arbor.
Elizabeth, esposa de Daniel, es una profesional de la salud con una destacada carrera en enfermería. Obtuvo su Bachillerato en Ciencias de la Enfermería (BSN) de la Universidad Interamericana de Puerto Rico y cuenta con una amplia experiencia como enfermera registrada (RN) en diversos hospitales y centros de diálisis. Actualmente, se encuentra cursando estudios de maestría, los cuales espera completar en el futuro cercano.
Daniel y Elizabeth son miembros activos de la Iglesia Movimiento Avivamiento Mundial (M.A.M.) en el Barrio Guerrero de Isabela, Puerto Rico, donde colaboran bajo la guía del Pastor Gabito Rodríguez. Su participación en la comunidad de fe refuerza su compromiso tanto con la educación como con la espiritualidad, combinando su pasión por el servicio académico y ministerial con su vida personal y profesional.